Delicioso suicidio en grupo
Arto Paasilinna (Anagrama. 271 páginas)
En principio, tengo cinco ítems: la historia, la novela, Paasilinna, Finlandia y el valor del dato. Sin pensármelo demasiado, y muy probablemente fusionándolos, voy:
La historia
Onni Rellonen es el ex gerente de una pequeña ex empresa dudosamente quebrada. Sus ánimos están por los suelos, su mujer no le hace caso, ha descubierto que no quiere seguir viviendo, por lo que durante la Noche de San Juan, el carnaval finlandés, decide pegarse un tiro. Para marcharse con decoro, Rellonen abandona su casita de campo frente al lago, y encuentra un granero que considera discreto y apartado, ideal para su cometido. Pero se asoma por la ventana y se lleva una increíble sorpresa: el coronel Hermanni Kemppainen piensa lo mismo del granero. Por eso se está amarrando una soga al cuello.
Los dos buenos hombres reflexionan, y tras días conocerse, de charlas profundas, sauna y botellas viajeras, consolidan su amistad, y comprueban que esta, si bien no los aleja del plan original (matarse), sí les permite acercarse al fin de manera más armoniosa. Sabedores de que Finlandia posee una de los mayores tasas planetarias de suicidio, deciden primero contactar y después convocar a una legión de desgraciados a un evento de suicidología en Helsinki. Y nada vuelve a ser lo que era, ni para Onni, ni para Hemanni, ni para la encantadora jefa de estudios solitaria, el guardia fronterizo molesto, la profesora de economía doméstica víctima de violencia ídem, el chofer aburrido, el misterioso criador de renos lapón (la mención de las profesiones es un clásico del autor; quizá se trate de una costumbre finlandesa. Aquí nos ahorra los nombres raros) ni para ningún otro de la treintena de individuos que deciden dejar su pasado, sus vidas atrás, para terminar trepados en un ómnibus de lujo y concretar, lanzándose desde un acantilado sueco, el suceso que titula el libro. Como un grupo de niños que se quitan las ropas y se lanzan a la piscina.
Entre que recogen candidatos, viajan, se conocen, se enamoran, se la pegan (el alcoholismo es cosa seria por allá), acampan y hacen hogueras como paganos, improvisan, se enfrentan a grescas (la escena de la batalla con los skinheads es memorable) pero, sobre todo, viven plenamente y se divierten. Los viajeros de “La Muerte Veloz” se lanzan a una road movie delirante que los lleva de Escandinavia a España, mientras van dando marchas y contramarchas en su decisión para la locación última.
La novela / Paasilinna
Es formalmente simple, si se quiere previsible y hasta naif, pero, a la vez, devastadora, sarcástica, decapitadora de títeres: el gobierno, el ejército, la publicidad, el suicidio, el alcoholismo, la discriminación, las fricciones culturales, el alma finlandesa y un largo etcétera quedan sin cabeza, lo cual resultaría cansón de no ser por los elementos clave del relato: el humor negro y la ternura. Estamos ante un libro divertidísimo, con pasajes que deslumbran y desarman, que se releen mientras nos reímos a carcajadas. Por otro lado, el narrador, a) al estilo decimonónico, no puede dejar de intervenir en el discurso, comentar, hacer voz en off; y b) siente empatía y compasión por sus personajes, los quiere. Al leer este libro (en realidad, cualquiera del autor) no puedo dejar de imaginarme su voz real, la de Arto Paasilinna, como la de un abuelo viejo, sabio y pícaro, un empíricamente dotado narrador de cuentos, fabulas para los adultos. Su voz narrativa es entrañable y libérrima, independiente de cualquier estilo o corriente contemporánea. Y eso, para mí, lo hace terriblemente moderno. Además, su talento para reírse de su esencia finlandesa es tan agudo, mordaz y comprensivo que, como todas las cosas bien hechas, resulta universal.
Delicioso suicidio en grupo, que no es ni se pretende una obra maestra, me ha gustado mucho. No puedo evitar sentir un gran cariño por este antiguo guardabosque nórdico, nacido en 1941 que desde 1979 publica casi un libro por año, la mayoría de los cuales resulta un éxito rotundo en su país: si lo llevásemos proporcionalmente a la población peruana, vendería unos 600 mil ejemplares por título. Los finlandeses son hinchas de su descarado retratista. Sospecho que les resulta tan terapéutico como el sauna.
Finlandia
Kaurismaki, Sibelius y el Finlandés Volador (cuyo nombre no recuerdo). ¿A usted, lector, le viene a la mente otro, no digamos escritor, sino ciudadano finlandés? A mí no. Para mí existían Helsinki, mucho hielo, lagos y bosques, pocos días de luz, de hecho sol de medianoche, todo bien al norte, donde vivían en su cabaña, cada tantos kilómetros, unos medio lapones-vikingos-rusos que se emborrachaban, tristones, en sus respectivos saunas. La verdad es que parece que sí es un poco así, pero no solo así. Ahora creo que conozco mejor a los finlandeses. Ahora sé más.
Otra cosa que me parece mágica es esta: el título original del libro es Hurmaava joukkoitsemurha. ¿Cómo será su musicalidad en finés? ¿Cómo se leerá el estilo de Paasilinna en su idioma? ¿Cuántos giros, jergas, juegos de palabras, términos intraducibles nos estaremos perdiendo, por no decir toda una cultura, una nación milenaria?
El valor del dato
Comiendo entre buenos amigos, la conversación, en algún momento, se concentró en el impacto del fenómeno Larsson. Y Mankell, y la novela nórdica. Fue entonces cuando Felipe, sentado a mi lado, me preguntó si había leído al finlandés Arto Paasilinna. Me dijo que lo había encontrado en Anagrama medio sin querer, y que le había gustado mucho. Que muy divertido. Como confío en su criterio, recordé el nombre. Y un día, en El Virrey, me compré El bosque de los zorros. Luego volví por El molinero aullador. Para mí el dato confiable es básico, sobre todo cuando se trata de libros.
Este blog pretende brindarlos. Los títulos de Paasilinna los importa Océano, que los distribuye en las principales librerías. Se trata de un autor que cae bien a casi todo tipo de lector.
Próximo libro:
Blanco nocturno, de Ricardo Piglia