Árbol de humo
Denis Johnson (Debolsillo. 597 páginas)
Árbol de humo es una novela inmensa porque los hechos que cuenta se desarrollan durante muchos años, décadas en realidad. Porque narrando desde dentro una guerra, en este caso, la de Vietnam, narra todas. Desde dentro de los personajes. Estos también son numerosos, y llevan a cabo sus peripecias en distintos escenarios (Filipinas, Vietnam, Hawái, Arizona, Malasia). Lo dicho, claro, la hace inmensa también en forma (600 páginas, 40 líneas por cada una). Pero, sobre todo, es inmensa por sus resultados, porque ha sido trabajada con esmero, paciencia, oficio, documentación, inteligencia, sensibilidad, respeto por los actores, pasión por los detalles y los paisajes –exteriores e interiores–. Es, además de larga, una novela densa, lenta, un tanto enrevesada. Extraordinaria. Demoledora. Exige lo que Cortázar llamaba un lector macho.
Se trata de una epopeya “menor”, de individuos reunidos, por no decir atrapados, por una coyuntura especial (especialmente necia, vil) que deben enfrentar como pueden, como intuyen, como creen o como han aprendido a hacerlo. Quienes tuvieron intenciones cercanas a la nobleza pronto las perdieron, degradadas por el horror, la sinrazón, la muerte, las drogas o la obsesión. O todo a la vez: hombres y mujeres que entregaron su juventud y sus ilusiones a cambio de nada, para terminar como fantasmas sucios y enloquecidos. Nadie busque a los winners de la guerra gringa. Aquí no hay héroes.
Árbol de humo es un gran álbum lleno de los retratos de una época: el narrador propone que miremos todas sus fotos, que analicemos los detalles de cada una, para conocer así la saga de una generación que se perdió en la noche. La novela no tiene un único argumento ni un protagonista definido. Tampoco una estructura clásica de inicio-desarrollo-clímax-desenlace. Narra muchas historias, que no necesariamente se tocan o se cruzan, al menos no de forma evidente, y que transcurren entre 1963 y 1983, principalmente en el sudeste asiático. Destaca la de Skip Sands, un tipo educado, sensible y “decente” que, mientras realiza una misión infinita y a todas luces absurda, recorre los peores años del conflicto. Al final, el cisne no puede evitar mancharse en el fango. Termina sus días encarnando en algo el mito Rimbaud. El personaje es estupendo, como lo es su contraparte, su tío, el Coronel Sands, una fuerza de la naturaleza, el dios y el diablo de las selvas: resulta obvio que el autor ha recreado al Kurtz de El corazón de las tinieblas y de Apocalypse now. Más gente: la enfermera Kathy Jones, misionera, viuda y eventual amante de Skip, y su búsqueda de redención; los hermanos Houston, “basura blanca” extrapolada de su chata vida rural para ser devuelta, como miles de compatriotas, como los despojos vivientes del infierno (a propósito de los Houston, un punto débil de esta edición es su traducción, trufada de españolismos del tipo “¡Joder, a que mola, tío!”. Ni modo, es lo que algunas veces hay que pagar por no leer en el idioma original); el devoto y desquiciado Mayor Storm; el risible Eduardo Aguinaldo; el felón Rick Voss; el nostálgico Hao; el asesino Fest; Trung Than, en medio de todos los fuegos… solo algunas partes que componen el todo. La voz narrativa es casi completamente en tercera persona, pero asistimos al relato a través de la focalización de estos (y más) personajes, lo que resulta, para mí, el mayor logro del libro.
(Aquí viene una digresión. Creo que la palabra focalización resulta elocuente, pero por siaca imaginemos al escritor como un policía-burócrata: ha sucedido un crimen y a la comisaría llegan diez testigos. El policía primero escuchará a los diez, pero escogerá solo a algunos, y con lo que vieron –o dicen que vieron, o creen que vieron– o dejaron de ver, lo que saben o no, lo que oyeron, cómo vivieron la experiencia del crimen, armará su informe. Y este es el que llegará los lectores. Por lo general aprehendemos una historia a través de la focalización de un personaje. A veces de dos o tres. A veces, como en esta novela, de muchos. Depende de las intenciones del autor y, claro, de su talento. Por favor, no confundir focalización con voz narrativa).
Johnson no usa metáforas. En realidad, casi no emplea ninguna figura retórica. Cuenta todo sin adornos, a secas. Entiendes lo que dice porque te metes en sus personajes, los comprendes, y sencillamente ingresas a la historia no a través de sus ojos, sino de su visión. Hay quienes lo comparan con Bukowski y Burroughs, lo que me parece una tontería, dicho sin desmedro de estos últimos. Eso sí, escribe como solo lo hacen algunos estadounidenses. Y aquí me voy a contradecir temerariamente: no puedo dejar de asociar este libro con la obra de Roberto Bolaño. Por lo total, por lo coral, por la focalización múltiple, por lo ambicioso, por la cantidad de personajes, por el afecto por los marginales y los alienados, por lo interrumpido y lo inacabado. Pienso en Los detectives salvajes y en 2666. En el delirio y el infierno. También en Estrella distante.
Independientemente de lo bello y lo humano y lo profundo, hay que tener cojones para enfrentar un proyecto como el de este libro: no cualquiera puede bancarse tan profusa investigación. Solo los verdaderamente capos y pacientes pueden triunfar en el intento de una novela histórica o documental. Dos ejemplos que he leído en el último año son El poder del perro, de Don Wilson; y Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay, de Michael Chabon, otras dos obras maestras. Aún no llego a El sueño del celta. Sospecho que tardaré meses en hacerlo.
Árbol de humo ganó el National Book Award del año 2007. Denis (con una n) Johnson es socio del club de los escritores de culto, del que solo existen algunos libros traducidos al castellano (lo que no mola, no). No da entrevistas, o al menos las evita.
Íbero trae a Lima Debolsillo, serie de compactos de Random House Mondadori que reúne, entre otros, a varios otros tigres del norte: Chabon, Eggers, Foster Wallace, Roth, etc. Ideal para quienes preferimos las ediciones guerreras. El libro no me costó ni 35 soles. Un librazo, recontra recomendable.
Descárgate aquí el PDF del primer capítulo de Árbol de humo.
Próximo libro:
Dóberman, de Gustavo Ferreyra.